Christian es la imagen de la desolación y de la pena. Parece un muerto viviente. Está vestido de negro, como de negro está su mirada, su alma. Todo su cuerpo está de luto. Lleva una rosa blanca en la mano. Julia le acaricia la mejilla con tristeza.
--no vayas.
Con un hilo de voz, Christian dice:
--ya no me dejaron verlo, tengo que despedirme de él...Es el amor de mi vida... Lo voy a amar mientras viva... No puedo estar lejos en sus últimos momentos... No he podido verlo por última vez, almenos no quiero que nadie me quite el derecho de estar en su entierro...
--pero es que te van a humillar...
--no me importa...
--¡¡pero a mí sí... ya te han lastimado bastante... ya has sufrido bastante y no voy a permitir que esa gente te siga haciendo daño...¡¡ ¡¡esa gente que se creen los elegidos pero ellos sí que se comportan como el mismo diablo...¡
Christian habla con la voz rota:
--no hables así, Emilio era uno de ellos... Creía en lo que hacía... No debí cruzarme en su vida...
Christian rompe a llorar. Julia lo abraza.
--No estás en condiciones de ir solo... voy contigo...
--no, prefiero ir solo... Es algo que quiero hacer, a solas él y yo... Necesito estar a solas con él...
--pero en el cementerio habrá mucha gente, gente que te conoce, que te odia que es capaz de cualquier cosa escudándose en su estúpida religión...
--tranquila. Nadie me van a ver...
El entierro de Emilio se realiza con toda normalidad. Es un entierro frío. No hay lágrimas. Bueno solo las de Christian que escondido tras una tumba se despide de su amado en silencio. En lo que se refiere a los demás no. Son de hielo. Emiliano y Consuelo, en primera fila. Con la mirada vacía. Eduardo al lado de la chica. No entiende porque son tan fríos en un momento tan doloroso como el que están viviendo.
--mi amor... si te apetece llorar, llora. No es bueno que te lo quedes todo para ti...
Consuelo ignora a su chico:
--estoy bien...
De entre todos los de la congregación que también está pasando un mal rato es Luís. Aunque no llora lamenta profundamente la muerte de su amigo y le duele que esté teniendo un entierro sin llanto. En un momento dado se gira, en el fondo esperaba verlo. Le dolía que no estuviera ahí, pensaba que en serio se había burlado de su amigo. En el fondo le consuela su dolor. Verlo alejado de todos, llorando con sinceridad. Christian lo mira con sangre en los ojos. Tiene miedo que lo delate y no le dejen despedirse de su amado. Luís lo mira con compasión, le sonríe con tristeza. Luego mira al frente. No dice nada. Christian se queda ahí, de pie mientras los hermanos se van despidiendo de la familia. Se quedan solos Emiliano, su hija y Eduardo. Se van sin decirse nada. Christian se asegura que todos estén lejos y es entonces el momento en el que se acerca a esa tumba. Siente un gran dolor al saber que en esa fría tumba está el chico que tanto ha querido. Le deja una rosa blanca.
--tú sabes que no soy bueno para esto... sólo te puedo decir... lo siento... perdóname...
Los ojos de Christian se llenan de lágrimas. Recuerda el primer día que lo vio cuando él salía en el bar, luego en casa de su madre, sus conversaciones, la timidez de Emilio, el día que se lastimó apróposito para seducir a Emilio. Cada recuerdo es una sonrisa y una lágrima. Siente nostalgia al sentir el deseo de Emilio, le duele recordar como sufrió al reconocer que era gay, luego su primer beso... Aún tiembla al recordar... Cae de rodillas sobre esa tumba. Acaricia el cemento bajo el que descansa él:
--tú me hablaste como nadie... Me trataste por primera vez como una persona y no como un guaperas que solo servía para lucir...
Su voz es ahogada por las lágrimas, por el dolor:
--te voy a amar toda la vida... Fueron momento duros pero muy hermoso...
Algo se le ha muerto por dentro al perderlo a él. Recuerda su reencuentro en el campo, como se hablaron... como se miraron... Se saca la medalla y la besa.
--Nos amamos... nos amamos tanto...
Sus lágrimas están mojando la sepultura. Christian se siente igual que un animal herido, siente que le han arrancado lo más profundo de su ser. Recuerda su dolor al despertar aquella noche y no encontrarlo a él. Tiene aún la medalla tomada entre sus manos:
--porque no quedaste a mi lado... ¿¿porqué?
Fueron tan felices y en cambio en apenas unas horas todo ha cambiado tanto...
--Había tanto amor entre nosotros... ¿¿porqué se tuvo que convertir en dolor?¿¿¡porqué??
Cierra los ojos. Quisiera rezar, sabe que él se lo iba a agradecer pero no recuerda ninguna oración. Trata de recordar algo que le enseñaron de niño. No está seguro que sepa hacerlo, el dolor lo guía. Se santigua. Luego abre los ojos. Mira con tristeza la tumba.
--espero que tu Dios Jehová sea tan bondadoso como tú siempre dijiste, que valore tu amor, tu entrega a él, que no te castigue por haberme amado... que toda su ira caiga sobre mí... Tú no te lo mereces...
Mira al cielo. Le habla a Jehová, su voz está rota por el dolor:
--sabes que yo no creo en ti, pero Emilio si creía en ti, servirte era lo que más quería en este mundo... Yo lo arrastré... es mi culpa... conmigo haz lo que quieras... Vivir con esta culpa, con esta soledad, sin él... es ya suficiente castigo pero si tú crees que necesito más yo lo acepto, lo acepto con gusto si lo perdonas a él... Si lo dejas en el paraíso, si dejas que se cumpla su sueño de volver a abrazar a su abuela y a su madre...
Mira esa lápida con ojos llorosos:
--Yo no quiero que te condenes por mí... No quiero que por mi culpa no estés con tu abuela y con tu madre...
Mira al cielo de nuevo, está deshecho por dentro:
--hazme pagar la condena que quieras pero te lo suplico... él merece ser feliz, él merece vivir eternamente feliz... Debes mirar la bondad de su corazón, no debería importante a quien amó si en todo momento estabas tú, si en todo momento te servía a ti...
Totalmente destrozado, Christian cae sobre la lápida. Llora, aúlla. Se retuerce de dolor. Se queda un buen rato tumbado en esa tumba. Hasta que siente unos pasos. Se sobresalta. Se seca las lágrimas. Mientras se levanta nota como una mano se posa sobre él. Es Luís. Christian se levanta.
--No, quería molestar... No viene a hacer nada malo –susurra Christian muy triste y sin ganas de peleas.
Luís es tan distinto a aquel que siempre lo atacó.
--Te agradezco que hayas sido discreto... si hubieras salido antes habrías montado un lío inmenso...
--No quería ensuciar la memoria de Emilio... No quería peleas en su despedida –con voz débil como sus fuerzas.
--¿lo querías de verdad, no?
Christian llorando dice:
--eso ya no importa... él murió por mi culpa... ¡¡por esa maldita apuesta...¡
Le mira la medalla:
--él te la dio?
Christian se la guarda y con desesperación y su gran dolor dice:
--No me la quites... es lo único que me queda de él...
--Tranquilo. No pensaba hacerlo... Si él te la dio es porque te amaba mucho... Si renunció a sus ideales por ti es porque te amaba mucho...
Christian llora amargamente:
--pero se decepcionó de mi... Se mató por mi culpa...
--ya todo está hecho...
--¿ crees que vuestro Dios lo va a perdonar? Me atormenta pensar que el daño que le hice no sólo lo pagará en esta vida, sino para toda la eternidad...
--espero que sí... Jehová tiene que perdonarlo. Él es amoroso, no puede castigarlo cuando sufrió tanto.
Luís ve tan frágil a Christian que lo abraza.
--no puedo entender lo que eres pero no pareces mala persona... en serio que espero que estés bien... que puedas olvidar y vivir en paz...
Christian llora sangre:
--yo nunca sabré de paz... Nunca...
--si quieres te mando a tu casa una Biblia... léela... eso te llenará de paz... si se lo pides con fuerza, Jehová te perdonará y te ayudará a llevar tu carga...
--si me gustaría...
--bueno... nos vemos...
Luís se aparta de él. Christian lo llama:
--gracias...
Luís le sonríe y lo deja solo. Christian mira de nuevo la tumba de su amado. Ya ha llegado el momento de dejarlo atrás para siempre. Le lanza un beso, llora. Se va pero su alma queda en ese lugar, junto a esa fría tumba, junto a esa rosa blanca llena de un cálido amor.
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