Christian se sienta en el banco en el que siempre se sentaba Emilio, con la Biblia que leía él. Con los versículos que leía él. Comienza con sus marcas. Así, como tantas veces hizo Emilio. Es como estar con él... Al ir siguiendo los puntos marcados se encuentra con algo que le sorprende. Es una foto de la boda de sus padres, es pequeñita para que quedara oculta en la Biblia, aunque estaban todos sólo se recorta el trozo en el que están los dos juntos. Christian mira esa foto llorando. Le impresiona darse cuenta que Emilio pensaba en él más de lo que él creía. Sus lágrimas mojan esas hojas. Le da fuerzas la fe de Emilio, lo recuerda a él, lo imagina refugiándose en esa Biblia cuando algo lo atormentaba y eso hace que quiere seguir leyéndola.
Días después...Christian visita a su madre. Está muy triste.
--¿cómo sigues?
--¿te digo la verdad o te miento?
Eloisa le pone un trago:
--tómatelo de golpe... te hará bien...
Christian se relaja con el trago. Se sienta en el sofá. Mira a su madre triste. Mira una foto de la boda, de todos. El agarra el retrato. Acaricia el rostro de Emilio.
--No has sabido nada de Emiliano?
--No. Es como si se lo hubiera tragado la tierra.
--pero es tu marido...
--según él todo está roto porque le oculté que tenía un hijo gay...
Christian mira a su madre muy triste.
--lo siento mucho... por segunda vez te ha vuelto a pasar lo mismo... Papá y ahora ese hombre..
Eloisa acaricia a su hijo en la mejilla. Lo mira sorprendida.
--Nunca me habías hablado de tu padre.
--Porqué me daba demasiada vergüenza contigo...
--No, tú no tienes nada de que avergonzarte...
--¿¿ah no? ¡¡soy motivo de que mi madre no sea feliz...¡¡ ¡¡nadie a mi alrededor es feliz... tal vez debería desaparecer... .—dice lleno de dolor y culpa.
Eloisa no lo deja seguir:
--¡¡eso no lo digas ni en broma... eres lo único que tengo...¡
--¡¡pero es que si me alejo de ti seguro que serás feliz...¡
--pero es que a mí no me interesa ser feliz con un hombre que no respecta a mi hijo...
--¿y qué será de ti?
--será mi destino, el estar sola...
--el nuestro --dice Christian abatido.
Eloisa acaricia los cabellos de su hijo:
--tú tienes toda la vida por delante, amarás. Serás feliz...
Se le escapan unas lágrimas:
--No, no quiero... A Emilio lo voy a querer toda mi vida... No volveré a estar con otro hombre...
--no digas eso, no tiene caso que te castigues... Las cosas pasan y punto...
--No puedo vivir tranquilamente sabiendo que él esta muerto, hacer como si nada...
Con un nudo en la garganta, Christian agarra la medalla que siempre tiene guardada muy cerca de su corazón.
--No puedo ni quiero olvidar lo que pasó... Lo que viví con Emilio sólo se vive una vez en la vida.
--No sabes como me duele verte tan triste... Espero que con el tiempo tu dolor se apague...
--Estoy leyendo la Biblia... las páginas que tenía marcadas Emilio... Me reconforta leer lo que a él le gustaba...
--Te ha cambiado ese chico, te cambió de verdad...
La voz de Christian muchas veces se rompe y no puede evitar llorar.
--lástima que yo acabara con su vida...
Eloisa besa en la mejilla a su hijo:
--ojala yo pudiera hacer que te sintieras mejor...
--ojala yo pudiera hacer que me cambiaran por él...
Eloisa sirve otro trago a su hijo. Ambos se beben uno de golpe.
--aíi es medicinal...
Los dos están bastante atormentados. Christian sigue hablando con su madre.
--tengo una noticia que te va a gustar...
--bueno, al fin una buena noticia... espero...
--dejé mi trabajo y mañana comienzo en un restaurante, de día...
--me alegro por ti... Nunca me gustó que trabajaras en ese antro pero ¿¡creí que te gustaba?¡
--así es pero es un lugar demasiado alegre, no se ajusta a lo que necesito en ese momento... Además... no soportaría volver a estar ahí ahora...
--¿porqué?
--Me dolería mucho... porque es la primer lugar donde lo vi...
--no sabía eso... ¿Emilio en ese lugar?
Christian sonríe:
--no claro que no, yo salía y él estaba en un coche. En la puerta. Nos vimos y nos gustamos... aún no sabíamos quien éramos...
--así te gustó antes de lo de la apuesta...
--yo te lo dije, lo de la apuesta fue una tontería, lo amé... pero ahora nada de eso importa... De nada me sirvió amarlo como lo amé si ese amor lo llevó a la tumba –habla con una gran amargura interna.
--debes seguir adelante --dice la mujer acariciándolo.
--esto es el infierno, soy culpable de la muerte de otro ser humano... es el crimen más horrendo que se pueda cometer... Soy tan culpable como si yo lo hubiera matado con mis propias manos... Merezco sufrir, el peor de los castigos... si hay un cielo, un paraíso yo no iré, si hay un infierno arderé por toda la eternidad... –su voz, todo él está totalmente roto.
Eloisa toma de las manos a su hijo:
--es fácil eso de sentirse culpa, no hay nada a lo que no le podamos añadir un poco de culpa y no nos damos cuenta que eso hace que no veamos la realidad de que somos capaces de sobrevivir al peor de los dolores.
--como? --pregunta Christian lloroso.
--con practica.
Con una rosa blanca Christian llora sobre ese puente en el que se tiró su amado. Tira una rosa rememorando ese día que lo llena de dolor. Luego va al cementerio. Es una tumba que parece abandonada. Eso le da mucha pena.
--¿es que tu familia no se acuerda de ti?
No parece que haya ido nadie des del entierro... Tira las flores marchitas que había, incluido su primera rosa blanca. Deja un ramo de rosas blancas. Se sienta en esa tumba. Acaricia el cemento.
--como se te echa de menos, amigo...
Sus ojos se llevan de lágrimas.
--te envidio... Tú no sufres, me dijiste que la muerte era como estar dormido eternamente... Saber que tú no sufres lo que estoy sufriendo yo me hace sentir menos mal...
Se saca la Biblia de su bolsillo.
--tu sabes que nunca te pude entender, que jamás entenderé como la gente frustra sus emociones en nombre de un Dios... yo no entiendo a un Dios que le guste que la gente sea infeliz... pero sabías elegir, la verdad que los trozos de la Biblia que elegiste me ayudan al día a día...
Abre la Biblia:
--este es mi favorito... tu sabes que no soy muy bueno hablando... Espero que esto te guste...
"en mi cama durante las noches he buscado al que mi alma ha amado. LO busqué pero no lo hallé. Déjenseme levantarme, por favor, y dar la vuelta por la ciudad, en las calles y en las plazas públicas déjenseme buscar al que mi alma ha amado".
Con la voz rota y lágrimas en los ojos, junto a esa tumba sobre la cual hay un ramo de rosas blancas, Christian lee a su amado la Biblia. En concreto versículos de "El cantar de los Cantares."
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